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Escuela digital. Olvidando escribir

31 marzo, 2017
Tecnología omnipresente

¿En algún momento el ser humano dejará de escribir? ¿Serán los ordenadores extensiones del cuerpo? Son ideas que flotan en el ambiente. De momento, el debate gira entorno a las pizarras digitales, tabletas y ordenadores personales, su eficacia y rentabilidad en las escuelas a nivel mundial, quiénes tienen acceso y por qué este boom.

LA NUEVA ESCUELA

Mucho ha llovido desde la era industrial, en la que los niños no eran más que mano de obra barata. Ahora, al menos en los países considerados desarrollados, sus derechos están a la orden del día y tratan de ser respetados. Parte de estos derechos se refieren a la educación, ya sea obligatoria, formal o ninguna de las anteriores. Sin embargo, últimamente la tecnología se ha hecho con las aulas.

EXCESO DE MÁQUINAS

Si bien es cierto que toda ayuda es poca cuando de atención a la infancia se trata, cabe la posibilidad de haber caído en nuestra propia condena. Con aulas sobrecargadas y profesores que no dan abasto por un lado y paupérrimas escuelas por el otro, ningún lugar es óptimo para dejar la educación en manos de la tecnología. Ésta nos supera, alimenta la adicción de nuestros desatendidos hijos y provoca el olvido de la esencia del ser humano: la escritura.

BOTONES PARA TODO

¿Nos estamos convirtiendo en personas-botón? ¿Usamos sólo dos dedos, el pulgar para el teléfono y el índice para el encendido de la televisión? La vida se ha convertido en un clic tras otro y eso se ha llevado a las escuelas. Desde cada vez más pequeños, los niños usan tabletas, móviles y cualquier juguete que hace más cosas que ellos mismos. En cambio, eso también lo hacen en sus casas, así que no es propio de la educación. Sí que lo son las pizarras digitales pero, ¿por qué se crearon?

TRADICIÓN POR DIGITAL

Hay quien acusa a la tiza como causante de alergias y poco dinamismo. Otros aluden a la falta de imaginación a la hora de dar clase y la pérdida del control de la misma. De igual forma, las pizarras digitales han venido para quedarse y, según cuentan, ayudar al aprendizaje. No obstante, ¿es esto cierto? ¿Realmente mejoran el rendimiento? Lamentablemente tenemos que decir que no.

LA GRAN EQUIVOCACIÓN

Ya es antigua la creencia de que la máquina mejorará a la persona. No fue cierta en su momento y sigue sin serlo. Entonces, ¿por qué usarlas? Ése es el error. La atención hace más que todas las pizarras juntas, mucho más si se trata de digitales. Aunque hay que admitir que la interacción mejora con ellas y los demás elementos interactivos, ya sean tabletas o portátiles. ¿Cuál es, por tanto, el mayor fallo? Sin duda, la corta edad del alumnado y la sobrecarga profesional.

La misma ayuda técnica en una mejor distribución del tiempo, el espacio y el personal sería maravillosa. En cambio, es una pérdida de dinero que, en el mejor de los casos, hace más amenas las clases. Para las que la tienen, por supuesto, que no son todas. No podemos olvidar el carácter desigual del mundo, incluso dentro de la misma ciudad y el mismo centro.

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