La respuesta a esta pregunta es SI. Vivimos en una era donde lo políticamente correcto es valorado a un extremo nunca antes visto.
Si no me crees basta con ver las animaciones de la época de nuestros padres. De ser emitidas en nuestros días serían tachadas de racistas o peor, que convertirían a los niños en travestis (Todos hemos visto a cierto conejo disfrazarse de mujer)
Es cierto que lamentablemente en su época el racismo era mejor visto que en nuestros días.
Lamentablemente la humanidad pasa de un extremo a otro con relativa facilidad. Muestra de ello es el fenómeno que experimentamos hoy en día.
Pasamos de dibujos de personas de color realmente grotescos a criticar publicidades de productos femeninos con una rabia tremenda.
¿Por qué el afán de lo políticamente correcto?
Proviene de un afán de justicia y de igualdad. Al menos, ese es su origen noble y el de las personas que menos se quejan en la Internet.
Sin embargo, este aparente afán de justicia se ha extendido a grandes empresas y movimientos diversos quienes, para quedar bien ante la opinión pública, ejercen presión para controlar la libertad de expresión y detalles como chistes religiosos causan severas reacciones. Un ejemplo es el caso del youtuber PewDiePie quien, por algunos chistes antisemitas y de burla contra el Estado Islámico, vio cancelada su cuenta de Twitter y sus contratos con Disney, su serie con YouTube e incluso, su filiación al programa de pagos preferenciales de Google.
Todo esto puede deberse a un temor a movimientos extremistas de derecha o racistas como los neonazis. Sin embargo, estos movimientos continúan actuando a través de páginas web propias en las que reclutan aliados y no a través de grandes redes de la información.
Los chistes son parte de la libertad de expresión, siempre que estos no se realicen con el afán de acosar a una etnia o grupo específico. Un chiste o dos son pasables, es parte de ser humano y de la libertad de expresión que viene con las redes de la información.
¿Exageración?
El marketing online aprovecha las redes sociales para llegar a numerosos consumidores que de otra forma no podrían alcanzar.
Algunos ejemplos de cómo el maketing suele verse atacado por extremistas o personas que se sientes atacadas por la publicidad pueden verse en comerciales sencillos.
Hace un tiempo en Facebook noté una publicidad sobre desodorantes íntimos femeninos. Muchos de los comentarios eran de odio hacia el producto, de cómo este era parte de la cultura machista y misógina. Para mí, es solo un producto. Sin embargo, no lo es para las personas extremistas que se identifican en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. Si no se es extremista, no se ve un ataque en una simple publicidad.
Esta publicidad podía ser evaluada desde otro punto de vista. Algunas personas no estaban de acuerdo con el producto debido a los efectos secundarios y reacciones que puede provocar. El usarlo o no ya queda a desición de cada quien.
Libertad o responsabilidad?
Hace un tiempo leí un texto que como escritora me impactó. Establecía que un escritor o persona con muchos seguidores es responsable de lo que pública y como la información afecta o interviene en el comportamiento de sus seguidores.
¿Debemos entonces filtrar lo que publicamos? No, eso afecta nuestra libertad. La libertad termina cuando afectamos a los demás. Si tomamos la fama o los seguidores para influir CONCIENTEMENTE sobre ellos y modificar su comportamiento para generar odio hacia un grupo o para comportarse de determinada manera entonces sí. Tenemos responsabilidad.
Pero, eso no limita lo que debemos escribir. Un escritor de ficción utópica o de ficción sexual no es responsable de la imitación de las conductas mostradas en sus libros. Solo buscan contar una historia, no que sus libros se conviertan en objetos de culto casi religioso.
De igual manera sucede con otros artistas en Internet. El tener millones de suscriptores no tiene por qué establecer qué clase de contenido puedes o no subir en vídeos o en textos. Siempre que el contenido no incite a la violencia. Y con incitar me refiero a un llamado directo a ser violentos. Los chistes, las bromas, una novela o incluso un fanfic tienen poder, si, sobre las personas fácilmente influenciables. No podemos hacernos responsables por unos pocos. Cada cerebro es un mundo. Una persona puede interpretar el más inocente vídeo o texto con un llamado a la violencia.
Críticas
Por lo tanto, el criticar un libro porque su contenido incita a imitar ciertas actitudes poco sanas. Como pasó con 50 sombras de Grey, es ridículo. Un libro puede ser criticado por su trama, su historia, hasta la manera en que está escrito, pero nunca, por tratar de convertir a las personas hacia un tipo u otro de pensamiento. Y si esto ocurre, entonces dicha persona no tiene una personalidad definida o bien, es menor de edad o no lo suficientemente madura. Un libro puede abrir la mente y estimular la imaginación. Un libro no puede alterar completamente el comportamiento de una persona sana.
Por lo tanto, de ahora en más probablemente será necesario vigilar con que empresas se establecen contratos de publicidad. Si se busca el humor políticamente incorrecto o temas controversiales, lo mejor, es aceptar empresas de mente abierta. Y por supuesto, evitar meterse con grupos sensibles o con un terrible pasado o con grupos extremistas. Esto puede tener consecuencias indeseables, no solo a nivel económico sino personal.